Cómo ayudar a tu hijo a gestionar sus emociones.
Respetar y aceptar los sentimientos de nuestros hijos es el primer paso y quizás el más importante para enseñarles a gestionar sus emociones. Muchas veces, sin darnos cuenta, los padres no aceptamos los sentimientos de los hijos, sobretodo si se trata de emociones etiquetadas como negativas (miedo, enfado, tristeza…) y solemos negarlo (“no, eso no es lo que sientes de verdad…”), cambiarlo (“solo dices eso porque estas cansado…”), invalidarlo (“no veo motivo para que sientas eso”) y también juzgarlos (“está feo sentir eso”, “es de tonto enfadarse por eso”)…con este tipo de mensajes no les ayudamos a convertirse en personas emocionalmente inteligentes. Al contrario…lo que hacemos es confundirlos porque les estamos enseñando a no saber lo que realmente sienten y a no fiarse de si mismos.
Por tanto lo primero que debemos hacer es escucharles con gran atención e interés. Dejaremos lo que estemos haciendo y lo escucharemos situándonos frente a él, mirándole a los ojos.
En segundo lugar es importante validar sus emociones, de forma sincera, con expresiones del tipo “ya veo…” “te entiendo”…” . Expresiones como estas dan pie a que los niños exploren sus propias ideas y sensaciones. Nos abstendremos de hacer interrogatorios, reproches o dar consejos. Se trata de que empaticemos con su emoción, que se sientan escuchados y comprendidos, simplemente eso.
Además debemos ayudarles a ponerle nombre a lo que están sintiendo. Será pues fundamental proporcionar a nuestros hijos un vocabulario emocional amplio que exprese su realidad interior. No son validas expresiones como me siento bien, normal, mal, regular. Si son validas expresiones como me siento triste, preocupado, irritable, avergonzado, sorprendido, impotente, etc…
Respecto a la regulación emocional resultara necesario distinguir entre la emoción y conducta. Así sentir enfado puede ser legitimo y por ello validaremos esta emoción en nuestro hijo pero no aceptaremos actuar con violencia, por ello habrá que enseñarle a regularla y canalizarla. Por ejemplo, un niño se enfurece porque su hermano le ha roto un juguete (emoción) y le pega (conducta)…, le diríamos algo como: “Veo que estas enfadado con tu hermano porque te ha roto el juguete. Pero no esta bien pegar cuando nos enfadamos, hablamos sobre lo que sentimos y se lo decimos al otro”.
En relación a la gestión de las emociones, y sobretodo en la regulación emocional es importante tener presente que los padres seremos los espejos de nuestros hijos, por tanto si nosotros reaccionamos gritando, dando un portazo, maldiciendo o siendo agresivos con el otro, ellos aprenderán eso y así actuaran también.
Para canalizar y regular emociones es importante transmitirles que es bueno compartir con los demás sus sentimientos, expresarlos con asertividad, que le puede ayudar dibujar lo que sienten, bailar las emociones, practicar la respiración consciente, practicar relajación, etc…
Autora
Cecilia Gómez-Millán Barrachina
Psicóloga
Si necesita más información no dude en contactar con nosotros.
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Por tanto lo primero que debemos hacer es escucharles con gran atención e interés. Dejaremos lo que estemos haciendo y lo escucharemos situándonos frente a él, mirándole a los ojos.
En segundo lugar es importante validar sus emociones, de forma sincera, con expresiones del tipo “ya veo…” “te entiendo”…” . Expresiones como estas dan pie a que los niños exploren sus propias ideas y sensaciones. Nos abstendremos de hacer interrogatorios, reproches o dar consejos. Se trata de que empaticemos con su emoción, que se sientan escuchados y comprendidos, simplemente eso.
Además debemos ayudarles a ponerle nombre a lo que están sintiendo. Será pues fundamental proporcionar a nuestros hijos un vocabulario emocional amplio que exprese su realidad interior. No son validas expresiones como me siento bien, normal, mal, regular. Si son validas expresiones como me siento triste, preocupado, irritable, avergonzado, sorprendido, impotente, etc…
Respecto a la regulación emocional resultara necesario distinguir entre la emoción y conducta. Así sentir enfado puede ser legitimo y por ello validaremos esta emoción en nuestro hijo pero no aceptaremos actuar con violencia, por ello habrá que enseñarle a regularla y canalizarla. Por ejemplo, un niño se enfurece porque su hermano le ha roto un juguete (emoción) y le pega (conducta)…, le diríamos algo como: “Veo que estas enfadado con tu hermano porque te ha roto el juguete. Pero no esta bien pegar cuando nos enfadamos, hablamos sobre lo que sentimos y se lo decimos al otro”.
En relación a la gestión de las emociones, y sobretodo en la regulación emocional es importante tener presente que los padres seremos los espejos de nuestros hijos, por tanto si nosotros reaccionamos gritando, dando un portazo, maldiciendo o siendo agresivos con el otro, ellos aprenderán eso y así actuaran también.
Para canalizar y regular emociones es importante transmitirles que es bueno compartir con los demás sus sentimientos, expresarlos con asertividad, que le puede ayudar dibujar lo que sienten, bailar las emociones, practicar la respiración consciente, practicar relajación, etc…
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Cecilia Gómez-Millán Barrachina
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